-¡¡Hola Ana!!
¡¡Tengo una sorpresa para ti!!
Tras pensar durante unos instantes en qué sería aquello que con tanta alegría me quería sorprender, intenté adivinar la sorpresa:
(Conociéndole como le conozco, no os extrañe que mis intentos de respuesta sean estos)
-¿Has comprado el pan?
-Fríoooo
-¿Hoy acabas antes de trabajar?
-Ójala, pero no! fríoo...
-Me has comprado algo?????
(Eso sí que me extrañaría)
-No!! Frío...
-¿Nos ha tocado la lotería?
-Noooo!!! Fríooo
-¡Me rindo!! Dímelo!!
-Te he traído algo que seguro, o eso espero, te hará mucha ilusión!!
-No me digas más... ¡Te has encontrado algo!
-Siii!! Menos mal!! , y espero que te guste... porque voy todo el día con esto encima, lo he dejado en el despacho y mis compañeros ya me llaman Diógenes!!
-¡¡¡¡Enséñamelo!!!
-Mira. ¿Te gusta?
-¡Me encanta!
Y le abracé y besé, por si otra vez encuentra algo, para que no dude en traérmelo.
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